Se le cae el negocio a Luis Fernando Salazar.

Parece que el verdadero plan del senador Luis Fernando Salazar no es transformar Torreón, sino reconstruir un pequeño imperio de tragamonedas y favores sindicales, que según versiones locales, no solo funcionaba fuera de la ley, sino que podría tener conexiones bastante incómodas con grupos del crimen organizado.

¿Y quiénes lo acompañaban en este emprendimiento tan particular? Pues nada más y nada menos que varios líderes de la CATEM, el sindicato que ha sido su compañía constante y su billetera silenciosa durante años. Juntos, al parecer, compartían el control de máquinas tragamonedas y expendedoras de peluches clandestinas, esas que los gobiernos priístas de Coahuila y Torreón tuvieron a mal desmantelar. Y ahí fue donde empezó el berrinche.

Así que no, el enojo de Salazar no es por la falta de democracia, ni por el abandono a los ciudadanos. Es porque le cerraron el changarro.

Ahora, disfrazado de candidato, el senador busca la alcaldía de Torreón. Pero lo que se pinta como “un nuevo rumbo” suena más a un intento por recuperar territorio, negocios y control político para sus cuates de siempre, con quien mantiene algo más que la amistad.

Torreón no necesita un alcalde que venga a prender las maquinitas otra vez. Necesita alguien que no tenga tantas cuentas pendientes… ni tantas monedas por cobrar.